Cosas que hacen únicos a los valencianos

monleonetes

Hay cosas que no basta con verlas, hay que vivirlas para entenderlas. Y los valencianos tenemos una serie de características que nos hacen únicos, y que cuesta mucho entender a quienes vienen de fuera. Este es un listado de cosas que no entienden turistas, visitantes ni nuevos residentes sobre nosotros los valencianos que publiqué en su día en Matador.

1. Nuestra devoción por el socarrat.

Si el arroz se quema ligeramente en el fondo de la paella, resulta un bocado divino.

2. El concepto “coent”.

Aunque lo intentemos explicar mediante ejemplos, resulta imposible hacer comprender esta mezcla de kitch, excesivo, hortera y choni.

3. Nuestra cultura del almuerzo.

Eso de comerse un bocadillo de tortilla de patatas con longanizas y allioli a las 9:30 de la mañana como norma, es difícil de digerir.

4. Tot per l’aire.

Los tomates los tiramos, las fallas y las hogueras las quemamos, y el capitán moro lo paga todo.

5. Nuestra aversión al agua dulce.

Si llueve no cuentes con nosotros, cancelamos cualquier plan no urgente y nos quedamos en casa esperando a que escampe. “Aigua pals patos”.

6. La mecha siempre a punto.

Cuando menos te lo esperes estaremos quemando una traca o lanzando indiscriminadamente masclets.

7. Nuestro desfici.

¿Estás intranquilo? Jamás, en cualquier caso estás desficioso.

8. La contrariedad de nuestros insultos.

Que le llames a alguien “cabronazo” puede significar el inicio de una amistad, en cambio llamarle a alguien “campeón” puede acabar en pelea.

9. Las cenas de sobaquillo.

¿Me invitas a cenar pero tengo que llevarme un bocadillo a tu casa?

10. “Pensat i fet!”

En 10 minutos somos capaces de organizar un evento multitudinario.

11. Nuestra religión, el paellismo.

Métete conmigo, con mi equipo de fútbol, con mi familia, con mi trabajo, pero nunca oses cuestionar mis conocimientos sobre la paella. ¡Jamás! Y como se te ocurra meterle chorizo ni guisantes a una paella, o nuestra ira será de proporciones bíblicas.

12. El modus operandi de la horchata.

Si la pedimos granizada por mucho que mojemos el fartón, no se empapa. Y cuando la pedimos líquida bastan dos fartones para beberse ellos solos todo el vaso. Si además “sucamos” rosquilletas saladas, entonces no hay quien se aclare.

13. Nuestro odio al viento de poniente.

Nunca pasan cosas buenas cuando sopla viento de tierra.

14. La cazalla de antes de la comida.

Ese chupito de nuestra pócima mágica al que llamamos “l’arrancaora”, y que sirve para dar inicio a cualquier festín gastronómico.

15. Que nos haga comboi.

Porque si es nuestro, es muy fácil que nos haga comboi.

16. Los naranjos de la calle.

Sí, tenemos naranjos en vez de palmeras en las calles, y no, no nos comemos esas naranjas porque son bordes.

17. Que la palabra ‘monleonetes’ nos haga sonreír.

“Monleonetes”, “paella rusa”, “el sambori” y “les vidrioles”.

18. El meninfotisme.

Os lo explicaría, pero me da igual.

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