1. A que coincidan Fallas y Semana Santa
Cuando los astros deciden que las procesiones de Semana Santa coincidan con las Fallas, se produce una hecatombe. Los capuchinos se mezclan entre las falleras, las ofrendas florales con las procesiones fúnebres, y la música festiva se cuela entre los pasos del silencio. Un drama.
2. A la gota fría
Igual no llueve en un año, pero cuando llueve, diluvia. La gota fría pilla siempre los desagües taponados y los ríos llenos de desechos, lo que provoca unas inundaciones apocalípticas. En Valencia capital el río está desviado y seco, pero existe la creencia generalizada de que el día menos pensado tendremos que cruzarlo en canoa.
3. A las bolsas que parecen Medusas
Es meternos en la el agua del mar e instintivamente mirar a nuestro alrededor por si nos tropezamos con una medusa. Es normal temer la picadura, pero ese miedo se extrapola a las algas, las bolsas de plástico y cualquier cosa que flote cerca de la playa.
4. A oír un tiro y no darnos cuenta
Estamos tan habituados a oír petardos, petardeos, cohetes y tracas, que cuando se produce un disparo creemos que alguien se ha comprado una caja de “masclets”. Más de una vez ha sucedido que un atraco a un banco se ha confundido con un bautizo.
5. A pedir arroz fuera de Valencia
Cualquier arroz de los que comemos fuera de Valencia suele estar pasado para nuestro exigente paladar, lo que provoca que evitemos comerlos cuando vamos de viaje. Con la paella el temor llega a cuota 10 en la escala Richter, ya que somos conscientes de que nos podemos encontrar guisantes, cebolla y chorizo mezclado entre arroz basmati.
6. A las vallas amarillas y las carpas blancas
A principios de marzo empiezan a llenarse las calles de vallas amarillas y de carpas blancas, significa el inicio de las Fallas. Y cada año nos preguntamos atemorizados si nos pondrán una churrería en la puerta de casa o nos montarán una carpa en la puerta del garaje.
7. A tener que ponerle azúcar al zumo
Estamos tan acostumbrados a tomar zumo de naranjas maduradas al sol, que cuando pedimos un zumo que necesita azúcar, se nos rompen todos los esquemas. Y es que no hay nada como unas naranjas valencianas recién exprimidas.
8. A quedarnos sin pan
Somos panícolas, todo lo tomamos con pan. Para almorzar tomamos bocadillos, para cenar también, y hasta para comer una paella el domingo nos apoyamos con un trozo de pan. Sin pan no somos nada.
9. A que descubran nuestros productos más selectos
La gamba de Denia, la alcachofa de Benicarló, la clóchina de Valencia, la chufa de Alboraya, el aceite de la Sierra de Espadán, el herbero de Mariola… tenemos productos fabulosos que prácticamente sólo consumimos de puertas para adentro, y que como si fueran nuestro tesoro no queremos que nadie nos quite. Ya tenemos bastante con exportar turrones, peladillas, naranjas, helados y arroz.
10. A que nos caiga un Calatrava encima
Peinetas que desafían a la gravedad, jamoneros gigantes, óperas desmontables, puentes llenos de trencadís. Nuestro yo más irracional camina con cuidado extremo cada vez que se acerca a las megaconstrucciones de nuestro arquitecto más prolífico.
11. A que nos confundan con un “tete”
En los programas de telebasura están de moda los “tetes” valencianos. Personajes como Rafa Mora, Labrador o Ylenia, muestran una imagen de culto al cuerpo y a la silicona que no comparten muchos valencianos, que tememos ser confundidos con los “tetes” televisivos.
12. A la cacas animales
Valencia es la ciudad con más perros por habitante de España, y una de las que más pájaros alberga. Los valencianos salimos a la calle mirando al suelo para evitar las minas, y mirando al cielo para esquivar las bombas.
Artículo publicado originalmente en Matador Network.
El 4 no tiene sentido: ¿escuchar un disparo sin darse cuenta? ¿Cómo no te vas a dar cuenta de un ruido que escuchas? Querrás decir «oír un disparo sin darnos cuenta». Que la patética falta de distinción entre oír y escuchar (como la de ver y mirar) no es propia del Rey no (o País,o Comunitat, como lo queráis llamar).
Lo he cambiado, aunque no debería, porque ¿Acaso Entiendes todo lo que escuchas?
Puedes escuchar algo con nitidez (un frase) y no entenderla. La diferencia entre escuchar y oír, es la intención, no el entendimiento.
Entiendo tu queja, ya que al trabajar en la radio escucho mucha confusión entre esos dos verbos, pero en este caso, no creo que fuera relevante.
de verdad eres un tocapilotes …el borinot del barri….vicent marco lo comenta y yo lo he vivido …sonar un disparo y confundirlo con un petardo,marclet o valenciano….aqui paso en un ajuste de cuentas y nos enteramos cuando llego la policia…si hasta para celebrar los goles de tu equipo se tiran masclets