La ciudad de Valencia está sucia, o da esa sensación. El hecho de que no haya mucha lluvia unido a la enorme cantidad de pintadas, descampados y contenedores, hace que la sensación general del turista es que Valencia no está muy limpia. Una sensación que se ha extendido a los ciudadanos, que ya no sólo vemos pintadas y descampados, sino que ahora vemos como no se mantiene la ciudad como correspondería.
Para ilustrar el tema sirvan estos ejemplos: hay un excremento enorme que lleva 1 semana en la puerta de mi casa y hay una rata muerta que lleva 10 días frente a la casa de un amigo. Lo que me lleva a pensar sin necesidad de ser muy perspicaz, que nadie barre las calles. Y lo que me lleva a entender porqué he visto algunas ratas (enormes) cruzando las calles, cuando nunca antes las había visto. Por no hablar del aumento de cucarachas y moscas, mucho más difícil de cuantificar.
Más allá del excelente servicio de limpieza que al acabar la «nit de la cremà» deja la fiesta en una recuerdo lejano, el día a día deja mucho que desear. Los recortes en presupuesto destinados a mantener limpia la ciudad han sido tan «bestias» que algunos barrios de la ciudad parecen vertederos, especialmente las zonas circundantes a las estaciones del Cabañal y del Norte. En 2005 el gasto era de 57 millones, 8 años después y a pesar de que han subido mucho los costes básicos (gasóleo, agua, material, maquinaria, sueldos…) ahora es de 54 y no de los 75 que se necesitarían. Y esto redunda en que haya más suciedad especialmente los domingos ventosos otoñales.
Si pasas por valencia a las 8 de la tarde un domingo, en otoño, donde sople con fuerza el garbí, entonces pensarás que no se limpia la ciudad nunca. Restos del botellón del sábado, miles de bolsas voladoras, hojas y más hojas secas… No me gusta que mi ciudad esté tan sucia.