El paradigma del vinilo y la hamburguesa

Los vinilos han vuelto para quedarse. Lo que demuestra de manera irrefutable que los humanos somos seres irracionales. Otro tipo de animal, si llegara a desarrollar dispositivos musicales, seguro que iría a lo más cómodo, a lo más racional, a lo más práctico. No me imagino a Teen Wolf jugando al baloncesto con un tocadiscos colgado. Pero los humanos somos distintos, nos gusta la originalidad, somos unos nostálgicos y nos enamoramos del objeto. Un vinilo es mucho más engorroso que un CD, e infinitamente más engorroso que un Ipod, incluso si me apuras es más incómodo que un casete. Para empezar no es portátil, cada cara alberga de 3 a 6 canciones y tienes que darle la vuelta todo el tiempo, muchas veces un álbum ha de convertirse en un vinilo doble para que quepa todo el contenido, se raya con facilidad, se llena de polvo…

teen wolf

Pero aún así los vinilos se venden cada día más, en 5 años se ha pasado de vender 1.2 millones de copias en el mundo, a vender más de 6 millones. Las ferias de discos ya apuestan por vender vinilos de manera mayoritaria y abandonan los CDs, que es un formato que pierde cuota de mercado a pasos agigantados. Los grupos ya hacen ediciones especiales en vinilos de colores, reeditan discos antiguos en vinilo, incluso las grandes superficies ya empiezan a ofertar vinilos, tocadiscos, singles y cajas conmemorativas. Cada vez hay más gente comprando vinilos, lo que significa que está COMPRANDO MÚSICA, si señores ya sé que suena como del siglo pasado, pero está pasando, hay gente que paga por la música pudiendo descargarla gratis.

lego vinilos

Los que estamos ya metidos en esa moda defenderemos que el sonido es más puro, que la calidad no es comparable, que los libretos que acompañan a los vinilos son muy completo… No nos hagáis caso, la realidad es que en general lo hacemos porque «mola». Y mola tener vinilos de colores, y portadas chulísimas, y mola tener un objeto que manejar, colocar la aguja en el punto exacto, darle la vuelta… es un ritual. Una liturgia que se lleva realizando de manera habitual desde hace unos 100 años y que nos traslada a otra época, a la de la calma. Porque el éxito del vinilo viene precisamente de su principal inconveniente, su incomodidad:

tocadiscos

Cuando escuchas la música en el Ipod inconscientemente cambias de canción antes de que acabe, pasas de una a otra buscando la canción ideal, te cansas de tener descargada siempre la misma música… En cambio cuando pones un vinilo lo eliges bien, y lo escuchas entero, por los dos lados, sin prisas. Cuando acaba pones otro, sin ir saltando de canción en canción, sin agobios, lo escuchas como se ha parido, como un todo. Y lo tocas. Si señores, es un objeto físico que puedes poseer, lo puedes observar, puedes palparlo y como si fuera magia va dando vueltas en un plato giratorio y OH MY GOD suena. Cuando descargas una canción no la posees, simplemente la oyes, y al cabo del tiempo la borras para dejar espacio a otras. Un disco pasa de generación en generación, lo puedes tener olvidado una temporada y luego volver a él para escuchar de nuevo sus surcos mágicos.

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Así que los vinilos no son cosa de nostálgicos melómanos, de hipsters con barba, de modernos culturetas, de djs de moda, ni de padres obsoletos… El vinilo es un paradigma, un ejemplo. En una sociedad digital, dónde todo ha de ser ya, donde el tiempo es oro, y donde el beneficio económico es la única motivación de cualquier industria como la musical. Resulta que los grupos se lanzan a producir ediciones de limitadas, y a reeditar nuevas ediciones de lujo de sus álbumes en formato vinilo, y en muchos casos lo hacen sin motivación económica. Resulta que la gente cansada de tener 4000 canciones en el bolsillo pasa de la comodidad de tener toda su música en un clic, a tener que dar la vuelta cada 4 canciones a un disco giratorio de plástico, y pagando más dinero por ello. El fast food seguirá existiendo, McDonals no va a cerrar, pero cada vez hay más gente que prefiere las hamburguesas gourmet. Pues con la música pasa tres cuartos de lo mismo, no te vas a llevar los vinilos al avión, pero en la tranquilidad del hogar se va a volver a imponer el escuchar la música bien, con el maravilloso sonido del vinilo.

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